Lo primero que piensas cuando falla el paracaídas es en aferrarte a la vida. Suplicas. Incluso pides perdón. Intentas por todos los medios oponer resistencia. Hasta que, resignado, te dejas caer. Y en ese instante te liberas, al fin, de una pesada carga. Inicias un viaje sin retorno hacia un lugar mejor. Pero entonces, cuando el mundo empezaba ya a desvanecerse, el paracaídas decide abrirse. Y te sientes como el ahorcado al que descuelgan a tiempo. Como el náufrago que no deseaba ser rescatado. En definitiva, como el suicida al que devuelven, en contra de su voluntad, a su vacía existencia.
Un placer compartir podio en el concurso de La radio en colectivo con mi compañero Juancho Plaza, finalista con el microrrelato "Amacronismo".
¡Enhorabuena, Francesc!
ResponderEliminarEs un gran microrrelato que juega con la ironía de la vida, de como nos vamos contentando y desilusionando a medida que la vida nos concede o nos arrebata sueños y realidades.
Un abrazo.
Muchas gracias, Nicolás! Así da gusto lanzarse al vacío. Un gran abrazo.
EliminarFrancesc, me encanta tu texto. Ese regusto existencial...
ResponderEliminarFelicidades!
Gracias. Mei! Me alegra que hayas disfrutado de ese regusto amargo. Un abrazo.
EliminarEnhorabuena. El micro se merece el premio, es genial, me encanta especialmente lo que narras a partir de cuando se abre el paracaídas, un puntazo.
ResponderEliminarUn abrazo .
Puri